Fundamentando el Activismo Ambiental
por Sebastian Gómez Recio, Ingeniero Ambiental RUMM.
Diseño Portada Lucy Palacios
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En la actualidad postear contenido relacionado a un problema ambiental en redes sociales, parte más de una emoción que, de un impacto significativo. No está mal hacerlo, pero hay que aprender -debido a su trascendencia- a diferenciar la intención y el alcance de nuestras publicaciones en este mundo hiperconectado. No podemos perder de vista lo importante por lo llamativo.
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El maltrato animal a fauna callejera y doméstica, jornadas de limpieza de ríos, la poda de árboles e incluso, puntos críticos de residuos sólidos -en zonas verdes o en las riveras de los ríos- son algunas de las problemáticas que encontramos reflejadas en el mundo virtual. Campañas asociadas a contenido que incursionan en la empatía del espectador, generando una aparente noción de activismo ambiental donde se tiene como doliente a cada uno de nosotros. La realidad es que es este tipo de ejercicios no generan una solución efectiva y permanente del compromiso socioambiental con la población directamente afectada.
Medir el impacto significativo que tienen esas inciertas situaciones, significa utilizar determinados principios empleados en la “Evaluación de Impactos ambientales”; es decir, retomar metodológicamente sistemas de comprobación de la intensidad, la magnitud, la duración, la recuperación reversible, la ubicación y sí, es directa o indirecta las repercusiones de la acción humana sobre el ambiente en estas problemáticas.
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Esta medición garantizaría llevar un proceso regulatorio para ver los avances o desaciertos de la intervención; lastimosamente el método presenta dificultades, al no ser un proceso estándar a nivel nacional e internacional que facilite, la comparación entre procesos y actividades generadoras de contaminación de forma homogénea en todos los territorios. Entendiéndose los procesos, como aquellas acciones en la etapa de manufactura donde ocurre la combustión, un ejemplo en el ámbito más cercano para la ciudadanía: La cocina, donde se genera vapor y calor; y las actividades, refieren a todo tipo de labores realizadas paralelamente en el sector productivo, implicadas en la cadena de valor como el transporte, la recolección de materia prima y disposición de los residuos o excedentes generados.
Pese a lo anterior -y continuando con fomentar la medición de estas campañas- existe una solución para calcular los parámetros. En 1998 nace la “Tercera Conferencia de Las Partes (COP 3)” o también llamada, “El Protocolo de Kioto” (de aquí en adelante nos referiremos a ella como PK) donde se fijan los límites asociados para las emisiones de gases invernadero (en adelante GEI) de los países industrializados; permitiendo una comparación directa -en diferentes contextos- del total de contaminación por actividad realizada.
En el escenario del PK, inicialmente emprendieron 84 países, ratificándose en el 2012 a nivel internacional 184. Cabe resaltar que entre las responsabilidades adquiridas en el protocolo se encontraba el “cumplir los compromisos cuantificados de limitación y reducción de las emisiones contraídas”; en esa medida, cada país está comprometido a evaluar la generación de sus emisiones -de forma individual- y poner una meta alcanzable de reducción. En el caso de Colombia, las metas se fijaron en el gobierno de Santos, comprometiéndose a reducir un 20% de las emisiones proyectadas para el año 2030. En estos momentos a nivel nacional, existen un sin número de estrategias públicas y privadas para respaldar esa obligación; un ejemplo de ello es el Plan de Desarrollo Bajo en Carbono o NAMAs que mide no solo el carbono (CO2), sino también todos los GEI.
Para entender esto de los GEI ((Dióxido de carbono (CO2), Metano (CH4), Óxido nitroso (N2O), Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre (SFG)), es necesario aludir a su definición como “gases que tienen la capacidad de absorber y reemitir radiación infrarroja, lo cual produce un cambio en la irradiación neta vertical sobre la tierra que se denomina forzamiento radiactivo (capacidad de acumular energía lumínica en forma de calor). A mayor forzamiento radiactivo de un GEI, mayor su potencial de calentamiento”.

Esa definición en últimas nos indica que, estos gases presentan una particularidad: Todas las actividades realizadas dejan una huella impronta de alguno de esos gases y en esa medida, pueden ser calculadas por su equivalente energético. Todos los procesos industriales o resultantes de actividades humanas generan GEI, los cuales presentan un valor “N” de daño ambiental que tienen como unidad de medida toneladas (Tn) o kilogramos (Kg) de carbono (CO2).
Realizar un conteo de emisión de GEI permite que podamos comparar adecuadamente un impacto ambiental y las diferentes alternativas de solución o disminución de GEI. El concepto clave para este ejercicio es “Ciclo de vida” (ISO, 2007); un proceso que tiene en cuenta cada una de las etapas que requiere la elaboración de un producto o servicio para llegar a nuestras manos -como consumidores- y, sobre todo lo que ocurre después de su uso, el posconsumo. Es significativo no dejar de pensar en las emisiones de GEI generadas a partir de la creación de un producto, desde la extracción de su materia prima hasta su disposición final porque nos permite entender que nosotros también somos cómplices de la contaminación.
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Tomaré un ejemplo actual que poco a poco nos acoge dentro del mercado verde: Los cepillos de dientes con mangos de bambú.
Su procedencia es un cultivo de bambú o guadua; en la elaboración y transporte de la materia prima se gastan un total de CO2 representado en la distancia recorrida y peso del material. ¿Han pensado qué ocurre en la disposición final de ese elemento? Aunque el bambú es una fuente renovable, no significa que sea ambientalmente amigable, puesto que, al ser un tipo de fibra vegetal; está compuesto por celulosa, lignina y hemicelulosa, tres compuestos de cadenas complejas de carbono. Su degradación microbiana es extremadamente difícil, un ejemplo de ello es el tiempo de duración de las construcciones hechas de bambú.

¿Saben ustedes que la madera es considerada un residuo de construcción y demolición (RCD), y no un residuo aprovechable?
Ante esta situación, el equivalente correcto sería comprar cepillos de dientes hechos de plástico fácilmente reciclable como Polietileno de Alta Densidad (PEAD), para que posteriormente el cepillo pueda ser reutilizado como en otro tipo de productos. De esta forma se cierra el ciclo, generando disminución de CO2 por extracción de materia prima y reducción de CO2 por disposición final en relleno sanitario.
Según los 2 anteriores ejemplos, hay un orden super importante para cerrar el ciclo. Los residuos sólidos encuentran la forma de cerrar el ciclo a partir de actividades de separar en la fuente, recoger selectivamente, generar valor agregado al residuo y reintegrarse a la cadena productiva. Como es fácil entender, el proceso aún no es perfecto y presenta dos cuellos de botella: En la separación en la fuente porque depende de la cantidad y calidad del material recuperado; y la reintegración del residuo/material a la cadena productiva, donde se debe ampliar el espectro industrial de recepción de materiales con posibilidades de reciclabilidad. En cuanto a residuos líquidos, para asegurar el ciclo es importante comprender que el proceso de biodegradabilidad de los vertimientos de aguas residuales se lleva al cabo en unos 30 días, asegurando que toda la contaminación se haya convertido en CO2.
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Así, la mejor forma de comparar correctamente productos y su huella de contaminación es a través de los sellos ambientales. Son reconocimientos provenientes de entidades gubernamentales y no gubernamentales que garantizan la correcta procedencia de todas las materias primas e insumos de los productos que compramos como también, sus procesos de transformación en fábrica. Algunos de estos sellos pueden ser el Rain Forest Certificated, FSC, Safer Choice (EPA) o Sello Ambiental Colombiano.
Las campañas ambientales presentes en las redes sociales -que son en últimas, un cuello de botella ante la crisis ambiental- pueden adquirir estos sellos ambientales o en su defecto, hacer partícipe a sus asistentes de campañas de consumo sostenible y responsable. Teniendo en cuenta que todas nuestras actividades tienen un potencial de generar contaminación y sumado a esto, multiplicar los efectos por el total de la población, puede representar problemas no solo ambientales sino económicos, sociopolíticos, sanitarios y de salubridad.
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Es importante corregir dichas acciones desde casa (cada ciudadano). Acciones como la correcta separación y disposición de residuos (o incluso cargar con la basura hasta llegar a un destino y no arrojarlo en el camino), disminuir los vertimientos de aguas residuales domésticas o evitar la trata de fauna silvestre. Compartir este tipo de comportamientos nos llevaría a utilizar los medios digitales como una forma de educación ambiental continua, permitiendo cambios ambientales sustanciales.
Referencias
- Alcaldía Santiago de Cali. (2010). Inventario de Gases de Efecto Invernadero y Contaminantes Criterio para Santiago de Cali. Cali: Alcaldía de Santiago de Cali. Obtenido de Alcaldía de Santiago de Cali.
- Gobierno de Colombia . (s.f.). Contribución Prevista y Determinada a Nivel Nacional iNDC. Obtenido de Colombia hacia la COP21: https://www.minambiente.gov.co/images/cambioclimatico/pdf/colombia_hacia_la_COP21/iNDC_espanol.pdf
- ICONTEC. (2007). Norma ISO 14040. Bogotá: Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación (ICONTEC).
- KIM, N. (20 de junio de 2017). Un futuro diferente, un plan diferente (título traducido al español). (I. d. AMWAY, Entrevistador) Obtenido de https://www.ivoox.com/un-futuro-diferente-plan-diferente-niki-audios-mp3_rf_19363147_1.html
- ONG RUMM. (2019). Pasivos ambientales. Obtenido de Reciclando Un Mundo Mejor: reciclandounmundomejor.com/index.php/2019/12/12/pasivos-ambientales-en-el-hogar-12-12-2019/
- The United Nations Framework Convention on Climate Change. (4 de enero de 2009). Last modified. Obtenido de KYOTO PROTOCOL: https://unfccc.int/files/kyoto_protocol/status_of_ratification/application/pdf/kp_ratification.pdf
- World Resources Institute (wbcsd). (s.f.). Protocolo de Gas Invernadero (GHG). Obtenido de Greenhouse Gas Protocol: https://ghgprotocol.org/